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Mostrando las entradas de abril, 2025

Capítulo 2: Una niña llamada Ángel/ Uriel Rodz.

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Capítulo 2: Una niña llamada Ángel No sé cómo describir a Ángel… es, quizá, una de las almas más extrañas que he cruzado en esta vida —al menos hasta ahora. El Navegante, ya adulto, con sus veintitrés años a cuestas y el corazón cosido con hilos de incienso y errores, se encontraba una tarde tocando la guitarra junto a Sensei, un viejo amigo de acordes y nostalgias. Estaban en un parque cercano a un panteón, ese lugar donde los vivos le cantan a los muertos, o viceversa. Afuera, el aire parecía estar impregnado de muerte; quizá por eso nadie salía. Pero él ya no podía quedarse encerrado más tiempo. Necesitaba hablar con alguien, aunque fuera con una sola voz que no fuera la suya. La rutina se le había vuelto una jaula. El recuerdo de la Mujer de Oro aún quemaba su pecho con heridas dulces, cicatrices que olían a rosas marchitas y secretos no dichos. Aquella experiencia lo había marcado como fuego en madera, como si su piel aún susurrara su nombre al viento. Ese día, e...

Capitulo 1: El navegante imagina. Uriel Rodz.

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Cap. 1 — El navegante imagina Cuando el navegante de planetas tenía apenas unos ocho años, recuerda que siempre le llamó la atención la música, como si en otra vida hubiera sido un músico reconocido, o algo parecido. La primera vez que imaginó vivir esa experiencia fue a esa edad, y ocurrió en la madrugada, ese momento del día donde —dicen— los sueños están despiertos. Esa noche no podía dormir. Giraba de un lado a otro, inquieto. En el fondo, quizá no quería dormir, porque desde lejos, muy tenue, se escuchaba música. Resulta que justo enfrente de su casa había un bar muy famoso en aquel entonces. Quién diría que años después, ese tipo de lugares se volvería su hábitat natural. El navegante de planetas, sin saberlo, ya empezaba a encontrar su rumbo. Cuando una canción se le quedaba pegada en la cabeza, no podía dejar de repetir el coro. Era como si fuera una abeja, pero de esas que no duelen al picar —al contrario, se sienten bonitas. Así que ese pequeño navegante, en lugar de seguir i...

NO FUISTE DE ETERNIDADES (Uriel Rodz) poesía.

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no fuiste de eternidades, tú fuiste de momentos. Aun así, gracias por tanto, por encender algo que se había apagado desde hace mucho tiempo. Qué suspiro tan inesperado, qué momento tan sorpresivo ese que cambió mi vida cuando entraste en ella. Todas las canciones parecen hablar de ti. Es en ese momento cuando imagino, es en ese momento cuando sueño despierto, cuando pienso en lo que harás, cuando pienso y siento tu silencio. El amor llevaba tu nombre... que por primera vez no te llamaré Madelin. A veces me visitas en la noche, en la oscuridad, en la soledad. A veces te pienso en mi casa, en el parque, en el consultorio. ¿Tú también tropiezas de vez en cuando con recuerdos? ¿También te preguntas cosas extrañas? No quiero que alguien pronuncie tu nombre sin saber realmente lo que significa. Nunca fuiste eternamente, fuiste momentáneamente

ME DOLÍAS BONITO... SIEMPRE BONITO (Uriel Rodz) poesía.

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  ME DOLÍAS BONITO... SIEMPRE BONITO Eras extraña como un eclipse que en su timidez se esconde del sol, que apareces y desapareces prometiendo un efímero retorno. No solo eras extraña, también tu sentido del humor te delataba, pero era algo que solo yo entendía. Y a pesar de los miles de kilómetros de distancia, te sentí tan cerca de mí que incluso podía escuchar tus latidos de amor y ansiedad. Eras el epítome de las nutrias, tan cerca pero tan lejos como una galaxia. Yo aprendía y desaprendía de ti. Qué bonito me dolías, qué bonitos tus mensajes que dolían... pero bonito, qué bonito te perdías por horas, qué bonito tu razonamiento de la vida, qué bonito tu traje de sirvienta en el espejo. Tenías fetiches raros, de esos que uno no confiesa, pero que en ti eran poesía. En ti se veían versos extraños, de esos que nadie admite escribir: raros, llamados extraños. Tu acento era música para mi corazón, que con un paro cardíaco me decías una y otra vez que la lo...